
Voy a hacerte poesía con las manos y equilibrismo en tu cintura, porque prefiero estar sobre la cuerda floja si es a tu lado a pisar suelo firme con cualquier otro. Nos dijeron que no íbamos a llegar lejos y tenían razón, nunca he querido llegar a otro lugar que no fuese tu cama. Y han pasado los años, y los muelles de mi colchón siguen gimiendo por ti y las sábanas de tu cuarto siguen soñando con acariciarme cada noche. Nunca nos hemos dejado ser la calma que precede a la tempestad. Siempre hemos sido los culpables de la locura de nuestras vidas. Tú has aprendido a lamerme las heridas y yo he aprendido a curarte el corazón a base de besos. Hemos huido juntos cuando las cosas se ponían demasiado serias entre nosotros. Hemos sido- somos y seremos- un par de locos que en vez de limpiar el polvo nos los echamos. Y cuando me ahogo en mis inseguridades, tú eres el único que te sumerges en mi oscuridad y me salvas. Nadie se ha atrevido a plantarle cara al monstruo que sobrevive en mi espejo, nadie excepto tú. Como ninguna otra se ha atrevido a quererte sin atarte en corto antes, o simplemente, ninguna otra se ha atrevido a quererte. A quererte como siempre has merecido. No hay un te quiero más sincero que el que susurramos mientras nos quedamos sin ropa. Porque somos un par de guerreros sedientos de amor.
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