Tras un polvo, llega otro y otro más. Hasta que los muelles del colchón enmudecen y nuestras pieles dejan de echarse de menos. La diferencia a todas esas veces es que en esta ocasión quiero que la luna no nos deje ni dormir.Y encerrarme entre tus piernas y no parar de reír por nada del mundo. Cuando encuentre la manera de vivir colgada del pomo de la puerta de tu respiración y que la única razón hoy de seguir sea la misma hasta el día en que me muera. Y no me dejes ir y pide que te cuente las costelaciones de tus lunares cada noche, mientras tu me arrancas los complejos a bocados porque la ropa se cae sola.
Ven y dime que vas a quererme siempre. Pero dímelo cada noche, como si fuera la primera vez.
VECA
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