Dijimos siempre, sin saber que hasta ciertas palabras caducan en los labios equivocados. Sin entender que la luz no siempre ilumina toda la oscuridad, y que todo, no se reducía a nosotros, aunque lo pareciera. Dijimos siempre, y te juro, que no dejé de creer en él ni un mísero segundo, incluso cuando recogíamos nuestros recuerdos en cajas y seguíamos hacia delante sin mirarnos atrás. Dijimos siempre. Y fue bonito mirar unos ojos que encendían una ciudad entera. Una sonrisa en la que ser feliz. Yo nunca supe encender farolas con un parpadeo pero tú hiciste que me enamorara de unas alas, de tu cazadora de cuero, hasta del humo de tu cigarro. Fue bonito mientras duró nuestro para siempre. Ahora te echo de menos y cierro los ojos y reflejó tu luz. Y siguen aleteando mariposas a mi alrededor con tu nombre. Y sigo jugando con mis alas. Y sigo prometiéndote un para siempre. Aunque ya no podamos estar juntos. Siempre serás tú. Y eso es suficiente. Aunque la vida nos haya hecho corre
He caminado en círculos toda mi vida. He reído cuando la tristeza se apoderaba de mi ojos, cuando la felicidad era tan solo una utopía y yo sin poder soñar. He corrido, he huido y, a veces, solo a veces, me ha tentado la idea de regresar. Pero nunca tuve las fuerzas necesarias para hacerlo. Y un día, de buenas a primeras, apareces tú, me sonríes, y borras la tristeza como quien sopla las velas de una tarta con la ilusión de que se cumplan sus deseos. Apareces y me coges de la mano, te haces el interesante y después me pides el número de teléfono. Y de repente, no sé exactamente en qué punto, algo dentro de mí cambia, la felicidad es un estado de ánimo y ya no me resulta tan utópico. Me enseñas a sonreír con la mirada, me enseñas a relatibizarlo todo, me enseñas a correr en línea recta sin tener miedo a caer, sin escapar de las heridas. Estar a tu lado supone un aprendizaje constante, un adiós a la rutina, un continuo equilibrio, y yo adoro hacer malabares en tu espalda, soplarte las pe