Tiene vértigo, vértigo a quedarse colgada de tu sonrisa y no saber retomar el vuelo. O peor aún, no querer alejarse más de tu posición. Como si mirar tus ojos no distara demasiado de acostarse a tu lado para mirar el cielo. Se le acumulan las razones sin lógica en las pestañas, esa locura imposible que resbala de tu respiración a la suya. Como una tirolina de besos que cuenta las horas para verse. Le es difícil no dibujar un mapa del tesoro en tu espalda y marcar la X con el carmín de sus labios sobre los tuyos. Es bonito que al mirarte, no solo le gustes tú sino que también se guste ella. Que no creyera en la magia hasta que llegaste tú con todas esos sueños en forma de costelaciones. Ahora desnudáis imposibles hasta que les entran las dudas. Jugáis a hablar con miradas que lo dicen todo, os calláis con besos y os echáis de menos cinco minutos después de haberos despedido. Os cogéis de la mano y entre vuestros dedos se forma una nueva gravedad.
Así que, si el fin del mundo llega, que os pille bailando con los ojos cerrados y el corazón muy abierto.
Veca Quer
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