Ella fue la que no supo valorar y él el que acabó perdiendo.
Las canciones y las reconciliaciones se fueron a tomar por culo junto a los meses que vivieron juntos. Y luego todo volvió a la normalidad, más o menos rápido. Él se tomó su tiempo para alejarse de ella, para echarla de menos y para guardar sus sonrisas bajo llave. Ella prefirió dejarse la piel en cada esquina, calzarse su tacones más altos y seguir siendo feliz sin él ahogando sus penas en música.
Pero no pasaron ni dos días hasta que ella comenzó a necesitar de sus abrazos y a él le empezaron a escasear sus besos. Y al final, esa oportunidad en la que ella no creía, la misma que él no estaba dispuesto a dar, volvió a hacerles invencibles.
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