Se lo que hicisteis el último verano mientras tú te fumabas flores y él conservaba la esperanza de que tu bonita sonrisa dormiría en su cama. Pero después del polvo llegó el cigarrillo y después las discusiones sin reconciliación. Así que, hablando en plata, todo se fue a la mierda con todas las vueltas que da la vida y fuiste a toparte con más de un príncipe borracho que se convertía en rana con cada beso. Y tú que decías que ni lo bueno era siempre lo mejor, ni lo peor todo lo malo. Y ahora te codeas entre hadas madrinas sin varita y carrozas con las ruedas pinchadas. Pero siempre fuiste esa que con solo una sonrisa volvías loco a cualquiera. Esa, que con la luna llena cazaba hombres lobo que terminaban como un violinista en tu tejado cada mes de abril por amarte tanto o eso cantaban. Y aunque quisiera yo saber que es lo que sentías cuando creías tener el mundo a tus pies y en realidad ibas dando palos de ciego como una vela sé que ni siquiera tienes ganas de cerrar los ojos y aceptar que Marco es -fue y será- un canalla, que por mucho "porque te quiero como el mar" tú sigues frecuentando bares y llorando mentiras. Porque desde mi ventana veía que en más que una barbie de extrarradio te convertías en un princesa sin corona, en la novia a la fuga de nadie, de las noches de juerga. Y así, una y otra vez, el mismo error, contando penas y batallas en vez de callar y beber. Así que ahora no pidas un "volvamos a empezar" ni esperes recibir un "perdóname ángel" por que ni ellos son un aprendiz de caballero ni tú de Cenicienta. Ya te lo dijeron de pequeña, con un corazón de peón no se juega porque esos son los que más valen la pena y tú jamás fuiste capaz de valorarlos. Te montaste tu jardín con enanitos pero esto no era una película Disney. Que el cielo espere sentado a verte valorar las cosas porque no tienes ni menor idea de como hacerlo. Y llueve y tú no tienes en quien covijarte ni con quién bailar bajo la lluvia pero tú misma te lo buscaste. Y tus gatos ni siquiera son pardos, son gatos celestes porque nadie les entiende y así les va. Tú sigue colocando los morritos como un pez mientras te haces autofotos, que las lágrimas desordenadas que inundan esta habitación tarde o temprano se irán.
Se lo que hicisteis el último verano mientras tú te fumabas flores y él conservaba la esperanza de que tu bonita sonrisa dormiría en su cama. Pero después del polvo llegó el cigarrillo y después las discusiones sin reconciliación. Así que, hablando en plata, todo se fue a la mierda con todas las vueltas que da la vida y fuiste a toparte con más de un príncipe borracho que se convertía en rana con cada beso. Y tú que decías que ni lo bueno era siempre lo mejor, ni lo peor todo lo malo. Y ahora te codeas entre hadas madrinas sin varita y carrozas con las ruedas pinchadas. Pero siempre fuiste esa que con solo una sonrisa volvías loco a cualquiera. Esa, que con la luna llena cazaba hombres lobo que terminaban como un violinista en tu tejado cada mes de abril por amarte tanto o eso cantaban. Y aunque quisiera yo saber que es lo que sentías cuando creías tener el mundo a tus pies y en realidad ibas dando palos de ciego como una vela sé que ni siquiera tienes ganas de cerrar los ojos y aceptar que Marco es -fue y será- un canalla, que por mucho "porque te quiero como el mar" tú sigues frecuentando bares y llorando mentiras. Porque desde mi ventana veía que en más que una barbie de extrarradio te convertías en un princesa sin corona, en la novia a la fuga de nadie, de las noches de juerga. Y así, una y otra vez, el mismo error, contando penas y batallas en vez de callar y beber. Así que ahora no pidas un "volvamos a empezar" ni esperes recibir un "perdóname ángel" por que ni ellos son un aprendiz de caballero ni tú de Cenicienta. Ya te lo dijeron de pequeña, con un corazón de peón no se juega porque esos son los que más valen la pena y tú jamás fuiste capaz de valorarlos. Te montaste tu jardín con enanitos pero esto no era una película Disney. Que el cielo espere sentado a verte valorar las cosas porque no tienes ni menor idea de como hacerlo. Y llueve y tú no tienes en quien covijarte ni con quién bailar bajo la lluvia pero tú misma te lo buscaste. Y tus gatos ni siquiera son pardos, son gatos celestes porque nadie les entiende y así les va. Tú sigue colocando los morritos como un pez mientras te haces autofotos, que las lágrimas desordenadas que inundan esta habitación tarde o temprano se irán.
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