Ella no podría ser completamente ella sin él. Sin verle sonreír, sin esos ojitos verdes, sin esas mejillas rojas a todas horas. No podría vivir sin oir su risa o sin verle hacer el idiota.
Sería feliz a medias sin los lunares de su espalda o el antojo que tiene en su cuello. Sin sus enfados porque sí y sin las reconciliaciones de después.
Perdería esas ganas de sonreír cada mañana colgada de su ombligo mientras pierde el culo por él. Esas ganas de comerse el mundo que tiene cuando él la mira.
Incoscientemente, dejaría de sentirse tan invencible, tan kriptonita. Porque su sonrisa podía para trenes.
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