lloro en el abismo de los posibles
y me pregunto ¿por qué cojones no me atrevo a dar el paso?
hoy no hay una sola estrella que se conforme con brillar para mí,
así que bailan para los valientes que desafían los imposibles
y deshielan con sus sonrisas los prefijos.
tienen dudas pequeñas,
casi insignificantes, como yo,
pero las mías son del tamaño de los gigantes de don Quijote.
ejercitos de trabas en mi cabeza, sin tratos ni trucos
pero con demasiadas grietas.
me atan los gestos,
me tapan los océanos,
me amordazan las palabras y me gritan:
¡A ver quién es el valiente ahora, eh!
ellas.
yo siempre he llevado el papel de cobarde.
un títere con cabeza.
un prisionero de sueños.
una personas con aires de alguien
que se quedó en nadie antes de acabar el primer acto.
mis lágrimas son la setencia de muerte del viento,
un recordatorio de que mi valentía es un oasis en medio de tu desierto.
y yo no soy de las que encuentran oasis cn facilidad.
y mucho menos agujas en cualquier pajar,
así que clávame tu las ganas.
yo solo encuentro pozos
y normalmente no tienen fondo ni forma,
solo oscuridad,
la mía.
y sus paredes están recubiertas de espejos, que piden a gritos
mis huesos
hasta que la carne me sobra y solo hago que devolver la comida
como préstamo.
sonrisas que buscan la paz cuando por dentro
viven en tiempo de guerra
desde hace años
y la única baja posible (y más que probable) soy yo.
te quiero.
jamás me oiréis decir algo tan bonito a alguien,
porque nadie es tan kamicace de decírmelo a mí.
por eso,
después de abusar del corazón
senté la cabeza y claro,
por inercia,
las cosas solo pueden ir en picado.
la gravedad solo se materializa en las caídas
(hay gente que vuela sin gravedad a mi lado)
en picado
y hundido.
soy un jodido naufragio de piel, sueños y lágrimas,
pero quién se atrevería a recomponer los pedazos.
VECA
y me pregunto ¿por qué cojones no me atrevo a dar el paso?
hoy no hay una sola estrella que se conforme con brillar para mí,
así que bailan para los valientes que desafían los imposibles
y deshielan con sus sonrisas los prefijos.
tienen dudas pequeñas,
casi insignificantes, como yo,
pero las mías son del tamaño de los gigantes de don Quijote.
ejercitos de trabas en mi cabeza, sin tratos ni trucos
pero con demasiadas grietas.
me atan los gestos,
me tapan los océanos,
me amordazan las palabras y me gritan:
¡A ver quién es el valiente ahora, eh!
ellas.
yo siempre he llevado el papel de cobarde.
un títere con cabeza.
un prisionero de sueños.
una personas con aires de alguien
que se quedó en nadie antes de acabar el primer acto.
mis lágrimas son la setencia de muerte del viento,
un recordatorio de que mi valentía es un oasis en medio de tu desierto.
y yo no soy de las que encuentran oasis cn facilidad.
y mucho menos agujas en cualquier pajar,
así que clávame tu las ganas.
yo solo encuentro pozos
y normalmente no tienen fondo ni forma,
solo oscuridad,
la mía.
y sus paredes están recubiertas de espejos, que piden a gritos
mis huesos
hasta que la carne me sobra y solo hago que devolver la comida
como préstamo.

viven en tiempo de guerra
desde hace años
y la única baja posible (y más que probable) soy yo.
te quiero.
jamás me oiréis decir algo tan bonito a alguien,
porque nadie es tan kamicace de decírmelo a mí.
por eso,
después de abusar del corazón
senté la cabeza y claro,
por inercia,
las cosas solo pueden ir en picado.
la gravedad solo se materializa en las caídas
(hay gente que vuela sin gravedad a mi lado)
en picado
y hundido.
soy un jodido naufragio de piel, sueños y lágrimas,
pero quién se atrevería a recomponer los pedazos.
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