De pequeños
jugábamos a los superhéroes y tú siempre te pedías
el papel de villano.
El primer recuerdo que tengo a tu lado es haciendo volar
tu chupete
por los aires, mientras me pedías con tus pequeñas manitas que
te lo devolviera sin dejar de llorar.
Tardaste dieciséis años en decir que me querías
a pleno pulmón
y en abrazarme casi a diario.
Pero no tardaste tanto en hacerme tu guarida.
Y yo acepté el papel de tu hogar
porque nunca sentí por nadie lo que siento por ti.
Éramos unos críos
cuando trataste en vano de ahogarme en la piscina,
así que me enfadé contigo
y tú a cambio (todavía
lo haces) me dijiste:
te dejo que elijas juego si vuelves a hablarme.
Y te compartía sueños
y barcos piratas
y me recreaba en tus miedos
para que los perdieras por el camino, mientras ganábamos altura.
Y compartíamos habitación en el pueblo,
habitación y estrellas,
y saltábamos de cama en cama,
a veces nos caíamos,
a veces te levantaba,
a veces la que caía era yo y eras tú el que tenías que tirar de mí
y a veces simplemente nos acostábamos el uno al lado del otro y
dormíamos así
como dos tortugas de mar en tierra
como dos vaqueros con sueños galopantes de almohada.
Nos cubríamos tanto ante mamá y papá
que acabábamos enredados entre las sábanas y claro,
nos castigaban a los dos.
Pero mientras fuera juntos cualquier centímetro de tiempo
era una aventura.
Te confieso que
la primera vez que dormí fuera de casa
eché de menos hasta pelearme contigo, pero cuando regresé
me tragué el orgullo y no te lo dije.
Pero sonreí al verte y el mundo volvió a ponerse patas arriba
y tú y yo siempre tan bocabajo.
Ahora, cuando no duermo pared con pared contigo,
te abro Whatsapp y te cuento como me ha ido el día
para poder espantar mis pesadillas.
Últimamente me cuesta muchísimo enfadarme contigo.
Incluso cuando me haces cosquillas.
No recuerdo cuando dejé de ser la más alta de los dos,
pero cuando me llamas pequeña
me gusta que tú seas mi gigante.
Te miro y sé cuando tengo que sacar las armas y cuando poner el
cuerpo a tierra.
Cuando llamas a mi puerta
es como si pidieras una tregua invisible al mundo,
te tiras en mi cama y sigues con tus cosas.
Y yo sigo con las mías, ya sabes, escribiendo, pero contigo al
lado
las palabras solo ocupan el rol de aliadas.
Te quiero bro,
siempre un poco más de lo que jamás te has parado a imaginar.
Te quiero
mi pequeño
gran
gigante.
VECA
Comentarios
Publicar un comentario