Sabes lo bueno que tienes
que tu cara ya es una maldita poesía en formato éxtasis.
Tienes lo ojos del color de la hierba que me fumo antes de
desnudarte en papel.
Color verde hierba.
Hierba esperanza.
Y es curioso,
porque yo no albergo un gramo de ese sentimiento desde hace unos
meses.
Tantos, que quizás ya sumen años.
O incluso peinen canas.
Sean mayores de edad.
Y puedan irse de cañas conmigo por Madrid.
Luego acabaremos borrachos
en el portal de tu amiga Laura
(que tiene más historias que estrellas)
a base de litronas de tus besos.
Te juro que me los pincharía en vena
si tuvieran el mismo efecto rebote que tus labios.
Joder,
soy un maldito adicto.
Por favor,
no sonrías en mi cabeza
o vas a matarme a versos.
Que te jodan,
seguro que has pensado antes de enseñarme los dientes.
Esos hoyuelos son dos malditas puertas al Paraíso
y para eso, estoy tan colgado a tu piel,
que no tengo miedo de estar ciego,
resbalar
y aguardar a que tu dulzura extrema
me embalsame con saliva hasta el alma.
VECA
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