Ir al contenido principal

Tu sonrisa es la más bonita cara al mar

Y entonces llegó el día en el que te eché de menos y tú ya no estabas para mí. No estabas ni cerca ni lejos, ni había distancias que fumarse, ni orgullos que tragarse, ni disculpas que pedir. Tú simplemente te habías marchado de mi vida sin mirar atrás porque yo misma te pedí que no lo hicieses nunca. Y ya era tarde para encontrarte, incluso para perderte de nuevo. Ya era tarde para todo, para un nosotros, para una oportunidad. Era tarde porque lo decidimos así y ahora yo me retractaba de mis palabras. 
Y tú habías dejado de estar al pie del cañón.
Ahí estaba, con una copa entre lo dedos escurriendo los últimos recuerdos que tenía de ti en la mesa que siempre pedías por nuestro aniversario. Hoy no había nada que celebrar. Bueno sí, lo bien que se me ha dado siempre huir de todo. De las responsabilidades. Del miedo. De la verguenza. De ti. De nosotros. Incluso de mí. Nunca te llegué a decir que tus hoyuelos al sonreir me tenían loca. Supongo que me creí más inmune al amor de lo que realmente era... Es irónico, pero ahora echo de menos hasta tu ausencia por las mañanas cuanto te ibas a trabajar. Y esa forma tan peculiar que tenías de ver la vida, siempre por el lado bueno. Pero me elegiste a mí, de entre todas, me elegiste a mí. Y yo no supe estar a tu altura. ¿Pero quién puede estar a la altura de tus te quiero? Cualquiera se hubiese enamorado de ti al primer acorde y yo siempre te dejaba para el último. Te obligué a irte y no te lo echo en cara. Pero admito que sí que te echo de menos.



VECA

Comentarios

Entradas populares de este blog

Colección de imposibles

A veces nos olvidamos de soñar. Ahora que todo en la vida cuesta dinero, olvidamos que nuestros sueños son lo único que nos pertenece a nosotros solos. Y que somos nosotros, como únicos propietarios quienes podemos compartirlos con cualquiera. Olvidarse de soñar es como apagar el Sol. Es una fomra muy miserable de autodestruirse. Soñar significa que aún estás vivo, que aún no han podido contigo, que te lo han quitado todo, menos las ganas de seguir jugando. Hasta los peones tienen posibilidad de convertirse en reyes y quién te dice a ti que ella no puede ser tu reina. Si se deja de soñar, se deja de luchar. Nadie puede luchar por otra persona eternamente sin recibir algo a cambio. Nadie puede soñar por ti y mucho menos hacer tus sueños realidad. Una partida de ajedrez no se termina cuando se coloca al rey entre la espada y la pared, ni cuando se le deja solo, ni mucho menos cuando pierde a su reina; termina cuando se rinde, cuando prefiere morir a seguir defendiéndose. Si inve...

Y que te haces autofotos colocando los morritos como si fueras un pez

Esta noche está dispuesta a todo. Ha soltado las gafas de sol y los pitillos negros y los ha cambiado por un ajustado y corto vestido. Ha tirado la timidez y los complejos y los ha metido a presión y bajo llave en un antiguo baul que no sabía ni que existía.  Se ha retratado en el espejo sin una pizca de maquillaje y se ha visto rompedora. Ha sonreido como no lo hacía en años. Se ha puesto los tacones más altos sabiendo de antemano que mañana se verá igual de guapa en sudadera y deportivas. Está decidida a ver el mundo con otros ojos y para ello tiene que empezar por si misma.  Ha recogido los pedazos de hombres lobo que va soltando la luna llena y se los ha puesto a modo de amuleto. Ha besado su collar de la suerte suspirando mientras anochecia y ha pedido, no uno, sino siete deseos como los enanitos de aquella princesa Disney. Ha salido a la calle mordiendo el polvo y las heridas para poder ponerse en pie y ahora se siente como nueva mirando casi como si ella sola pudier...

ALAS

Porque avanzo más deprisa andando en círculos entre tus piernas, cuando el mundo es más chiquitito ahí, bajo nuestra manta de amaneceres. Allí, tu risa hace crecer alas. El tiempo más bonito es el que detenemos. Y los besos de película, se ruedan sin cámaras. Porque tienes lunares en forma de sueños que llevan mi firma. Y eso, cariño, ha iluminado muchos nubarrones. Porque cuando ríes, ríe Madrid y se quedan mudos los atardeceres. VECA