Te tengo ganas desde el primer puto día que te miré por casualidad al cruzar la calle en plena Gran Vía. ¿Cómo, entre tantas malditas sonrisas, fui a fijarme en la tuya?
Sacudiste mi vida, como un jodido terremoto, hasta que perdí el norte y tú te ganaste mi sur. Sin más. Sin lógica, porque por mucho que la busque, no logro encontrarla. ¿Fue el destino? ¿El karma? ¿Mi mala suerte? ¿O tu risa? Te reías... como un loco, sin preocuparte lo más mínimo de a cuántas princesas encantabas. Tú simplemente te reías a gritos, como a ratos suelo hacer yo. Y eso me caló hondo. ¿Sabes por qué le diste la vuelta a mi vida a pesar de no ser más que un desconocido que se patea la capital un lunes al sol con los colegas? Porque de repente me hiciste caer en la cuenta de lo que realmente quería. Quería un risa como la tuya riendo por nada en cualquier momento. Quería a alguien que compartiera su locura con la mía. Que no le tuviese miedo a sonreir en las buenas y en las malas. Quería a alguien como tú, desconocido. Alguien natural, alguien que enamorase por los oídos sin necesidad de palabras. Alguien por quien contener la respiración valiese la pena. De repente me di cuenta que quería a alguien como tú. Pero aquel día me hiciste comprender algo más importante: quería cambiar mi vida. Huir del envoltorio, desnudarme, y correr. Libre. Fugaz. Salvaje. Como un beso. Como un adiós. Como un te quiero.
Como tu risa.
Como mi locura.
Como siempre había querido y nunca me había atrevido a enseñárselo a los demás.
Tan solo quería ser yo. La de verdad.
VECA
Comentarios
Publicar un comentario