Ella cuestionaba el amor y lo trataba de usted. No creía en el amor a primera vista, ni a segunda y a veces ni a tercera. Ella cuestionaba todas las reglas no escritas sobre enamorarse. Tardaba un segundo en declinar la idea de salir con alguien solo porque pensaba que iba a ser una pérdida de tiempo. Solía pensar que el amor era algo lento, que lo rápido terminaba aún más deprisa. Por eso dejó pasar al amor de su vida porque le dio miedo subirse a un tren en marcha. Ella, loca entre las locas, su locura no conocía el miedo hasta que sus ojos se cruzaron con los de él en plena Gran Vía. Y qué iba a hacer una atea como ella con alguien como él. Correr el riesgo. Y descubrir que el amor carece de leyes y normas, que es instantáneo y físico y químico e interior. Que se siente con calambres en la piel cuando notas el tacto o el olor de esa persona. Que es algo mágico que supera lo racional. Que es la locura más bonita que experimenta el ser humano... Es tan simple como cerrar los ojos y aspirar su media sonrisa, con esos hoyuelos...
Eso es querer y para querer no hay reglas.
Y para quererte a ti no hay ni límites...
Ni cielos...
Ni infiernos...
Solo camas...
Y un par de labios...
Y te quiero húmedos pasados por sudor...
Y unas caderas que bailan al ritmo que marca tu pelvis...

Y para quererte a ti no hay ni límites...
Ni cielos...
Ni infiernos...
Solo camas...
Y un par de labios...
Y te quiero húmedos pasados por sudor...
Y unas caderas que bailan al ritmo que marca tu pelvis...
VECA
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