Dímelo al oído o con la mirada o incluso con silencios. Así hablamos nosotros, sin necesidad de palabras. Rózame la nuca con el pulgar mientras me atraviesas con los ojos y sacas de mí todo lo que me asusta. Cuando las cosas pintan feas en mi mundo me abres la puerta al tuyo, así de fácil, me cuelo entre las sábanas de tu habitación y dejo que las notas que respira tu guitarra me acunen hasta espantar todos mis fantasmas.
Yo voy a decírtelo muy bajito, no hay manos que curen como lo hacen las tuyas, ni verano más largo a tu lado, ni inviernos sin ropa si me faltas tú. Podría darte las gracias por rehacer mi vida o dedicarte un par de versos pero no es necesario porque últimamente no hay poesía sin ti, ni canciones que no terminen en tu colchón. Vamos a guardar en el baúl de la memoria las caricias y los besos. Para revivirlas cuando nuestros cuerpos no estén lo suficientemente cerca como para poderse sudar. Voy a darte de mí lo que por nadie más arriesgaría y sé que tú harás lo mismo. Y te seguiré al fin del mundo o al infierno de cabeza. Todo a tu lado, incluso la nada si es contigo.
Ya no tengo miedo y las inseguridades que aún perviven en mi cabeza las sofocas con un poco de amor del bueno. Hasta hacerlas desapareces.
Nunca he creido en los para siempre, pero creo en ti y tú en mí, y eso equivale a más de un millón de para siempre.
Tampoco creo en el amor que dura una vida, pero si es junto a ti, aunque una vida sea un rato, valdrá la pena. Como lo lleva valiendo todo este tiempo.
Como lo vales tú, aunque no me creas cuando te lo digo.
VECA
Comentarios
Publicar un comentario