He caminado en círculos toda mi vida. He reído cuando la tristeza se apoderaba de mi ojos, cuando la felicidad era tan solo una utopía y yo sin poder soñar. He corrido, he huido y, a veces, solo a veces, me ha tentado la idea de regresar. Pero nunca tuve las fuerzas necesarias para hacerlo. Y un día, de buenas a primeras, apareces tú, me sonríes, y borras la tristeza como quien sopla las velas de una tarta con la ilusión de que se cumplan sus deseos. Apareces y me coges de la mano, te haces el interesante y después me pides el número de teléfono. Y de repente, no sé exactamente en qué punto, algo dentro de mí cambia, la felicidad es un estado de ánimo y ya no me resulta tan utópico. Me enseñas a sonreír con la mirada, me enseñas a relatibizarlo todo, me enseñas a correr en línea recta sin tener miedo a caer, sin escapar de las heridas. Estar a tu lado supone un aprendizaje constante, un adiós a la rutina, un continuo equilibrio, y yo adoro hacer malabares en tu espalda, soplarte las pe...
Dreamers can't be tamed