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Mostrando entradas de 2015

AVIONES DE PAPEL

Dijimos siempre, sin saber que hasta ciertas palabras caducan en los labios equivocados. Sin entender que la luz no siempre ilumina toda la oscuridad, y que todo, no se reducía a nosotros, aunque lo pareciera. Dijimos siempre, y te juro, que no dejé de creer en él ni un mísero segundo, incluso cuando recogíamos nuestros recuerdos en cajas y seguíamos hacia delante sin mirarnos atrás. Dijimos siempre. Y fue bonito mirar unos ojos que encendían una ciudad entera. Una sonrisa en la que ser feliz. Yo nunca supe encender farolas con un parpadeo pero tú hiciste que me enamorara de unas alas, de tu cazadora de cuero, hasta del humo de tu cigarro. Fue bonito mientras duró nuestro para siempre. Ahora te echo de menos y cierro los ojos y reflejó tu luz. Y siguen aleteando mariposas a mi alrededor con tu nombre. Y sigo jugando con mis alas. Y sigo prometiéndote un para siempre. Aunque ya no podamos estar juntos. Siempre serás tú. Y eso es suficiente. Aunque la vida nos haya hecho corre...

YO NUNCA TUVE ALAS

Si algún día te cansas de volar. Llámame. Podemos vivir cerca del asfalto. Que no te engañen,  también existen sueños sin alas, se llaman como tú. Y si te apetece seguir contando nubes cuéntame como se ve el mundo desde tan arriba. Cuéntame si me ces como una más. O si en algún momento brillé a tus ojos. Recítame mis lunares de memoria aunque ya no estemos sumergidos en un nosotros. Aunque uno de los dos ya no camine. A veces podemos seguir hablando de ese tiempo. En el que ninguno podía soñar si no era con el otro. En el que ninguno podía amar si no era al otro. Hablemos del tiempo en el que mirarnos era el mejor pasatiempo del mundo. Cuando el mundo nos parecía tan pequeño que todo se reducía a nuestra habitación. ¿Te acuerdas? Yo no te olvido. Nadie me ha enseñado a hacerlo. Y eso me cuesta recordar cuánto nos costaba reírnos de las despedidas cuando eran nuestras. Y de lo duro que se nos hacía sumar uno más uno sin que siguiera dando una...

Tu magia, mi truco

No existe la magia mas que en tus ojos. Lo sé, porque te he visto sonreír y se ha apagado el mundo. Puede que también sea porque a veces, me siento pequeña y entonces me abrazas y se me pasan los miedos y los monstruos.  A eso le llamo yo magia.  Y yo no creía en ella, hasta que te conocí, haciendo equilibrismos sobre la oscuridad. ¿Sabes? Yo no sabía lo que era sentirse gigante en ojos ajenos. Y entonces me choqué en los tuyos. Y nunca me ha sabido tan bien un tropiezo. Sonríe, no necesitas más complementos. No necesitas más máscaras.  A mi me gusta la curva de tu risa cuando me acaricia por las mañanas. Desnudo de ropa y vestido de piel. Jugando a que sabes vivir cuando nadie sabe cómo se hace.  Pero si quieres podemos jugar juntos. Podemos querernos, también. Juntos. VECA

Naufragios

Ella sabía que la peor forma de perder era perderse a uno mismo. Por eso sabía sonreír con lágrimas en los ojos, bailar de tristeza bajo la lluvia y decir no me quiero en cada último pétalo del día. Por eso aprendió a caminar pisándose los pies, a enredarse las pestañas para que no cayeran en sus tormentas ojos despistados y ajustase la derrota al pecho, como un escudo de pinchos hacia dentro y nunca hacia fuera. Ella era feliz a veces, y a veces era muy poco. Tan poco que no podía imagianarse más triste que ahora ni más cobarde que siempre. Ella que servía de dique para muchos naufragios se había hundido muchos años atrás y no existía nadie tan valiente que se atreviera a sumergirse en semejante oscuridad para salvarla. Ella que había salvado tesoros sin saberlo, no sabía lo que significaba la palabra salvación. Por eso nadaba a contracorriente hasta quedarse sin energías y se dejaba zarandear por la corriente. Así una y otra vez. Así hasta que perderse era la única manera de sentir...

Mariposas

Tenía dos soles en la sonrisa y un balazo en el corazón. Tenía color en la boca, en forma de beso y siempre los regalaba. A veces también tenía alas, pero yo nunca le vi volar. Siempre tropezaba con la misma piedra y siempre llevaba mi nombre. Algún día llegué incluso a sentirme culpable por ello, pero entonces él decía eso de: soy libre de elegir contra quién romperme la boca. Y entonces yo callaba y él volvía a caer. Y yo tan solo podía lamerle las heridas. Nos matabamos veintitrés horas al día. Esa era nuestra curiosa forma de querer. De querernos. Odiándonos. Rompiéndonos. Huyendo. Huyendo de todo y de todos. Sobre todo de nosotros mismos. A mí tampoco me habrás visto volar nunca. No es por miedo a las alturas es porque siento más vértigo mirándole a él a los ojos. Ya sabes, hay balazos que merece la pena compartir. Teníamos miles de manías. Algunas ridículas, como nosotros. Algunas grandes, como nuestras mentiras. No te quiero era la peor de ellas. No nos echamos de menos...

ALAS

Porque avanzo más deprisa andando en círculos entre tus piernas, cuando el mundo es más chiquitito ahí, bajo nuestra manta de amaneceres. Allí, tu risa hace crecer alas. El tiempo más bonito es el que detenemos. Y los besos de película, se ruedan sin cámaras. Porque tienes lunares en forma de sueños que llevan mi firma. Y eso, cariño, ha iluminado muchos nubarrones. Porque cuando ríes, ríe Madrid y se quedan mudos los atardeceres. VECA

MARIPOSAS NECRÓFAGAS

Te echo de menos, supongo que se me acabaron los poemas en los que tú eras el malo con el último llama(me). Así que ahora solo puedo contar las lágrimas que nos ahorramos cuando nos dimos de golpes en el ring en el que convertimos los sentimientos. Sé que tú no me echas de menos, al menos por las mañanas… por las noches sueles acompañarte los rastrojos del alma con pieles ajenas calentándote las manos con bocas de lobo que odias que se vistan de rojo porque, a las buenas y a las malas, acaban recordándote a mí. No sé como llamar a este árido desierto de sin sabores cuando tú eras el único oasis de luces entre tanta maltrecha oscuridad. Supongo que no eras más que un espejismo, un fortín regado de verdes y amapolas con enredaderas que enredaron sus afilados colmillos en torno a tu candado para que yo no pudiera ver que, en realidad, eras una maldita cárcel de murciélagos hambrientos de mariposas. Caí en la tentación porque quise. ...

LUCIERNAGAS

Hay noches con forma de charco de agua,  en los que saltas y solo te salpicas. En los que te hundes sin tabla a la que agarrarte. Hay noches que brillan por sus faldas, con satélites y cometas rocosos, con el pelo al viento. Hay noches que se firman con un beso. Otras con libertad. Y otras con vida. Desde que cazo luciernagas en callejones oscuros he dejado de perseguir la ausencia de luz. VECA

TUS SORPRESAS SON MIS TRUCOS DE MAGIA FAVORITOS

Tus sorpresas son mis trucos de magia favoritos. Correteas por mi ombligo, derramando gotitas de cerveza en mi tripa, como si soltaras polvos de estrella por la boca. Y yo soy un huracán de sonrisas de arco iris que chapotean en los renglones de tu poesía a susurros, que es como mejor suenan tus versos, entre beso y cerveza. Y yo me duermo tras haber estado escalando toda la noche por tu cintura, en el Everest de tu sombrero me hago la muerta para que me revivas a cosquillas. Cuando te cansaste de contar lunares, descubriste que ya formabas parte de un naufragio. Y no era el tuyo, pero tú te habías dejado arrastrar por cualquiera que te hubiera invitado a un trago o al calor de la piel desnuda de un agosto sin verano. Tú solías vivir entre primaveras de una noche y yo bailaba al borde de un invierno sin promesas. Tú ya tenías una colección de aceras en tus recuerdos y yo… yo apenas había empezado a ahogar penas en botellines de forma legal. Yo no había tanteado corazon...