Tú, precisamente tú, no tienes ni puta idea de lo que pueden llegar a quererse esos dos a escondidas. Así que en vez de tanto criticar, cierra la boquita y aprende lo que es respetarse hasta el punto de jurarse no verse en años y cumplirlo. Lo que es decir te odio y quererse más que antes. Lo que es discutir, pegar un portazo y hacerse los duros para no reconciliarse un minuto después. Tú no tienes ni jodida idea del brillo en los ojos cuando oyen el nombre del otro. Ni las noches sin dormir hablando de cualquier tontería solo por oírse. Tú no sabes que es pasar de los demás hasta que sientes que defraudas a más gente de la que desearías por seguir a su lado. Tú no has luchado tanto con alguien para cambiar de canal en la televisión. Ni te has inventado miles de formas de sacarle de quicio. Tú no entiendes ni de lejos a que saben sus besos, porque nunca has necesitado el sabor de otra persona en tu cuello. Tú no has contado lunares, te has perdido y has vuelto a empezar. Ni has rogado por un abrazo hasta el punto de sentirte desprotegido sin él. Tú nunca te has sentido con el derecho de destrozar a una persona y no hacerlo, porque nadie se ha desnudado nunca de esa forma para ti. Nunca has tenido la sensación de despegar los pies del suelo aún sabiendo lo terrible que va a ser la caída. Jamás has arriesgado tanto que cuando consigues lo ansiado el dolor pasa a un segundo plano. Tú no comprendes eso de que las miradas pueden callar más que los silencios porque nunca has aprendido a hablar con el corazón. Tú sigues creyendo que el amor estrictamente en la cama es sucio solo porque no has sentido unas ganas irrefrenables de arrancar la ropa a mordiscos en mitad de la calle a una persona.
Sí, tú, la misma que apuesta su paga del mes a que ellos dos no van a llegar a tres semanas ni siquiera tienes a alguien al que abrazar por las noches.
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