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No apagues la luz aún, me quedan versos que darte

Camina. Limpiate el fango que recubre tus rodillas a lametazos y desmuestrales a todos lo equivocados que estaban cuando te dieron por muerto. Ponte en pie mostrando las cicatrices que coleccionas y te aleccionan. No tengas miedo, a veces ni siquiera hay luz al final del túnel, no la busques. Solo hazles ver que sigues en la partida y que sabes suplir las derrotas por lecciones ganadas. Jugar es lo único que queda en esta vida. Juega tus cartas de la mejor forma que sepas, no tienes porque llevar una estrategia tatuada a fuego en el pecho, de improvisación también se vive. No decaigas ni siquiera cuando tu propia sombra te abandone, pues siempre habrá tiempos mejores. No creas todo lo que te digan al igual que no desconfíes de todo lo que te callan. Después de la tormenta no siempre llega la calma, puedes darte de bruces con cien mil infiernos el mismo día y no perecer. Vas a conocer el sabor del polvo probablemente más veces del que degustes el sabor de la dulce victoria. Pero abrazarte a una cama vacía te enseñara lo que deseas con más fuerza. Busca el calor sincero, no el fácil. Pues lo fácil te aburre tanto como soplar las velas de una tarta que empieza a sufrir los daños colaterales de una crisis económica y de identidades. Y si tratan de ponerte límites ni tan siquiera te molestes en pararte a escuchar, los límites te los pondrá tu cuerpo no tu mente. Eres mejor que todos los que alguna vez te dijeron que no valías cuando las cosas no te salieron como esperabas, los mismos que no hacía tanto besaban el suelo que pisabas. Esquivar balas va a ser el trabajo más difícil que te encuentres. Nunca sabrás de donde te disparan y la mayoría de las veces los disparos vienen con firmas inesperadas. Van a criticarte, pero muchos de esos comentarios no serán más que basura barata que no debe atormentarte por las noches. No eres lo que dicen de ti, eres lo que tú dices de ti mismo. Cuando las cosas se pongan mal no trates de revertir la situación a la ligera, recuerda que nunca dejas de caer pero que siempre habrá un clavo ardiendo al que agarrarte. 

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