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Nadie dijo que fuera fácil, tan solo que valía la pena

Tan sencillo como eso. Mientras el sol acaba de regalar su última sonrisa del día, Alejandra juguetea con un bolígrafo y tararea una de sus canciones favoritas, Ours to keep de Kina Grannis, apoyada en su escritorio. El libro de biología está abierto pero apenas le presta atención, el cuaderno de matemáticas también se encuentra abierto pero hace mucho que lo ha terminado. Le encantaría tener la suficiente concentración para seguir estudiando un poco más pero es incapaz, le resulta imposible pensar en otra cosa que no sea Joan y en lo que le había dicho en aquel mensaje.
'Quieres hacer las cosas tan bien que te has olvidado por completo que la vida está repleta de grandes errores. Eso es lo que la hace única y maravillosa.'
Coje el iphone, introduce el código y busca una vez más el SMS. Lo lee de nuevo, despacio, sin prisa, memorizándolo, estudiándolo. Sabe a que se refiere; Joan la había propuesto irse a vivir lejos, a Barcelona, como siempre había querido. Ella, Alex, una loca de las decisiones repentinas; un terremoto lleno de juventud, inocente y rápido; amante de cada instante. ¿Qué ha cambiado?
Cierra los ojos, todo ha cambiado, ha crecido, ha madurado, esa es la razón, se convence a sí misma. No puede seguir haciendo tonterias sin que eso suponga ciertas responsabilidades. Ya no tiene dieciseis años, no puede desaparecer un día entero por Madrid, ni irse al parque a escribir, ni escaparse un domingo al cine. Simplemente no puede. Adios escapadas en moto con Joan, mensajes a las tantas, findes de semana perdidos en la cama. Adios a todo aquello que la aleja de su sueño de ser escritora.
El pitido del móvil la devuelve de un plumazo a la realidad. Un nuevo mensaje. Lo abre.
'Por un vez deja de hacer lo que quieren los demás y haz lo que realmente tú quieras hacer. Corre. Escápate con o sin mí. Apuesta. Pierde. Gana. Besa. Haz el amor. Sonríe. Llora. Destrúyete. Componte de nuevo. Tú sueño no es quedarte quieta, eso no se te da bien, nunca se te ha dado bien.Necesitas moverte, bailar hasta que te duelan los pies,reir hasta no poder más,tirarte en paracaidas, patinar, montar en moto, hacer puenting. Necesitas sentirte viva, necesitas gritarle al mundo que estás ahí y que eres feliz ¿recuerdas?'
El mensaje termina. Sí, hace casi un año que no hace nada de eso y lo echa de menos. Empieza a preguntarse si está haciendo lo correcto cuando de repente através de su ventana, se pone a llover. Es de noche, y llueve. Es precioso, mágico, nuevo, la primera lluvia de otroño.Y sin embargo, ella está encerrada en su casa, sin poder disfrutarlo.
Aun tiene el móvil en las manos, lo observa, se lo piensa un poco, indecisa. ¿Cuándo ha sido ella indecisa? Nunca, nunca a necesitado pensarse las cosas dos veces. No se reconoce y pensándolo bien, Joan tampoco debe de reconcocerla, quizás lleve un poco de razón. Quizás en parte porque desde que a cumplido los dieciocho no hace otra cosa que perderse entre las hojas de sus libros. Desbloquea el móvil y abre un nuevo mensaje, teclea a gran velocidad casi sobrevolando cada letra. Enviar.
http://enmitaddelcielo.blogspot.com.es/2014/08/que-esa-boca-es-mia.htmlLos siguentes diez minutos transcurren con demasiada velocidad, se desnuda y se pone unos vaqueros oscuros con un jersey gris con coderas marrones y unas botas hasta la rodilla del mismo color. Se peina soltandose el pelo y se pinta los ojos un poco. Coje el teléfono y lo guarda en el bolsillo. Busca sus llaves y cierra la puerta al salir. Baja las escaleras de dos en dos y a veces de tres en tres. Está nerviosa, muy nerviosa, como nunca. Pero sonríe tímidamente. Abre la puerta del portal con las dos manos. Sale al exterior permitiendo que la lluvia la empape. Luego un tintineo de luces y una moto que frena. Alex corre en su dirreción. El chico se quita el casco y lo apoya contra el manillar. Se remueve el pelo con una mano mientras con la otra se decide a colocarse la cazadora. Alex no se lo piensa, y se tira en su regazo, le abraza, le abraza fuerte, y se deja abrazar. Joan se sorprende ante esa repentina felicidad, sonríe, la atrapa con sus brazos, la coje al vuelo por la cintura y la hace girar en el aire mientras la lluvia les besa a los dos.
-Estás empapada, Alex, te vas a pillar un catarro importante.
-No me importa Joan ¿no lo entiendes? no me importa, tienes razón, no quiero seguir así. No quiero. Vámonos. Vámonos ya.
-¿A dónde? ¿Dónde quieres ir?-La retira un mechón de pelo de la cara. Es preciosa.
-Me da igual, venga, Barcelona, Londres, París. Si es contigo el resto no me importa lo más mínimo.
Joan la agarra de la mano y la guía hasta la moto. Saca la llave de la Ducati del bolsillo de la cazadora y la mete en el contacto. La moto ruge bajo aquel torrente de agua. Y se aleja. Por ahora se tendrán que conformar con su restaurante. Pero pronto pequeña, pronto nos iremos a donde tú quieras.

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