Tus sorpresas son mis trucos de magia favoritos. Correteas por mi ombligo, derramando gotitas de cerveza en mi tripa, como si soltaras polvos de estrella por la boca. Y yo soy un huracán de sonrisas de arco iris que chapotean en los renglones de tu poesía a susurros, que es como mejor suenan tus versos, entre beso y cerveza. Y yo me duermo tras haber estado escalando toda la noche por tu cintura, en el Everest de tu sombrero me hago la muerta para que me revivas a cosquillas. Cuando te cansaste de contar lunares, descubriste que ya formabas parte de un naufragio. Y no era el tuyo, pero tú te habías dejado arrastrar por cualquiera que te hubiera invitado a un trago o al calor de la piel desnuda de un agosto sin verano. Tú solías vivir entre primaveras de una noche y yo bailaba al borde de un invierno sin promesas. Tú ya tenías una colección de aceras en tus recuerdos y yo… yo apenas había empezado a ahogar penas en botellines de forma legal. Yo no había tanteado corazon...